viernes, 29 de agosto de 2008

Descripción poética...

-Tiene miedo, se nota. El guante siempre le teme a los bastones largos; tiene miedo de tener aún huellas en su tela.

-Las escaleras eternas, no sirven de nada. A veces, es mejor subir sólo un par de peldaños para llegar más lejos.

-Ayer sentí mi corazón burbujear cuando te imaginé hecho de arena y mis ojos se resquebrajaron, al verte entrar.

-Intentó romperle un plato en la cabeza, pero no lo hizo. Se contuvo. Luego naciste vos, después yo; y juntos miramos por la ventana aquellos pedazos de cerámica en el piso que nunca fueron rotos, pero sin embargo ahí están desparramados.

-La vela duró toda la noche, nos acompañó. Pero sin embargo, nuestro amor duró solo dos horas.
-Nunca toqué una estrella, pero seguro es tan áspera como tus gestos, tan dura como tus palabras.


-Tus ojos en medio del fuego, mientras ese fogón ardía y yo sentía chispas en mi corazón, de solo mirarte.

-Existen muchas puertas: altas, angostas, de madera, de hierro, y muchas otras. He tocado varias, pero sigo sin dar con la correcta. Espero algún día tocar la que me lleve al lugar que tanto anhelo.

-Te clavaría el cuchillo en lo más profundo de tu corazón y te cortaría los dedos con la maldad con la que Dios te trajo al mundo; pero algo me dice que debemos seguir juntas este camino, algo en lo profundo de mi herido corazón.

-Llamo mucho. Muchas veces. Quizá más de las que debería. Quizá más de lo que vos podés soportar. El teléfono me atrapa, me obliga a controlar, que no pase nada que te pueda hacer mal y a mí asustar.

miércoles, 20 de agosto de 2008

El sillón

La verdad es que pensé que llegaríamos a un acuerdo. Pero entiendo que después de veinte minutos de charla en la cual se dijeron, nos dijimos, te dije y me dijiste cada una de nuestras versiones, veo que no. Que no hay acuerdo posible. Entré pensando que resolveríamos las cosas, pero no "Qué ingenua".
Es momento de abrir los ojos. No me lo habías dicho ese día, pero así se sintió. Fue claro el mensaje. No hace falta que me digas con palabras textuales lo que yo intuía y vos sabías.
Ahora tendría que estar mirando para otros lados, y así lo hago. Pero lleva su tiempo. Y vos lo sabías. Por eso estás tan cómoda en tu sillón. Te sienta bien. Vos te sentás bien en él. Sabés qué uso darle. Y si…si no, no estarías ahí. Siempre digo que hay que tener coraje para sentarse en ese lugar. Y vos no sólo tenías coraje, si no que además, no tenías pelos en la lengua. Y me di cuenta. No es nada nuevo lo que estoy diciendo, pero estar frente a vos, con tu sillón negro, alto, que te sobrepasa la altura de tu cabeza cuando estás sentada, genera ganas de gritar. Pero no grité. ¿viste? Lloré. Me fui llorando. Así se van muchos de ahí. En el fondo te debe gustar. Te debes regocijar en el llanto de los otros. Es tan grande la impotencia que uno siente al salir, que hubiese preferido no entrar. Pero ¡No! Según él, necesitaba esta charla para abrir los ojos, para despertarme de este letargo que tanto me incomoda y que nunca hice mucho para cambiarlo. Pero ahora si, te lo aseguro. Hubiese querido decirte de todo: insultarte una hora entera, pero ese sillón hace sentir chiquito hasta al más grande. Es así. Y lo supe antes de entrar. Y vos lo sabés, y te aprovechás de eso. Te hubiese quedado mejor tener otra postura: ese brazo apollado al costado, no es muy femenino. Pero no te importa. Cuánto menos femenina se te vea, mejor te sentís. Y lo sé. Lo sabemos. Tampoco somos tontos.
Pero no pienses que me voy a quedar con los brazos cruzados.. Nadie lo hace…Al fín y al cabo, todos se enojan contra estas impotencias que ustedes nos generan. Yo seré, si no lo soy, la siguiente en enojarme. Y acá me ves. Todavía estoy sentada en mi sillón, es más chico, ya lo sé. Pero más noble y (...). Arrancaré una nueva búsqueda sabiendo que no es fácil. Pero no me importa. No le tengo miedo a los sillones altos, robustos. Pero hace largo tiempo ya me había cansado de ver el mismo. Buscaré otro sillón. Quizá más chico, quizá no. Pero un nuevo sillón, siempre reconforta el alma. Estoy segura.

viernes, 15 de agosto de 2008

Soliloquio de mis entrañas

Soy una pelotuda. Una importante pelotuda. Podría estar disfrutando mucho más. De la manera que la disfrutan ellas. Algunas de mis amigas, de mis conocidas, pero ¡no! ¡ja! La muy tarada no se lo permite ¿Vendrá de familia? ¿De los genes judíos? ¿Culposos?¿Miedosos? Yo creo que sí. Que de ahí viene toda esta maldita cuestión. Creo. Igual no estoy segura. No sé exactamente de dónde carajo viene, pero tengo que encontrarle la vuelta para transformarlo, para que mute, para que me deje de joder, de molestar y yo deje de quejarme de esto. Así pongo las energías en otro win, en otro asunto. Este ya me está pudriendo. ¡Y eso que gasto fortunas en terapia! ¡Ay! analista querida... "Cuándo lo lograré" Siempre me hablás de “procesos”que llevan su tiempo. Yo, con una mano en el corazón, ya no sé si creerte. "Qué querés que te diga"...
Pienso seguir empezando las sesiones de la mismaforma: enojada, malhumorada, hasta que me des una respuesta. Pero no cualquier respuesta ¡eh! La repuesta. Que para eso te pago, o ¿no?Ya sé, ya sé. No, para eso no. Ok, para eso y para otras cosas más, pero no me digas que para eso no por favor, porque yo estudié cualquier otra cosa, pero no psicología ¡eh! Para eso estás vos, que bien colgaditos tenés los diplomas de la carrera y de no sé cuántos seminarios de psicología más en la pared...Yo en cambio, tengo alfileres y maniquíes en mi casa, razón por la cual la obligada a responderme las preguntas sos vos y no yo.
Las miro a ellas y me las morfo de envidia... me pregunto "cómo carajolo logran" Y las muy guachas, (porque mirá que las quiero mucho, pero cuando me vienen con esas gansadas son unas verdaderas guachas), me dicen que sus karmas pasan por otros lados. ¡Ja! Mentirme de esa manera a mí, que de karmas sé y mucho. "Por dónde mierda pasan eh" No me mientan... esos no son karmas. Este sí. Y ellas lo saben y hasta cuando me escuchan hablar, saben que es un karma. O al menos que así lo siento yo. Pero a esta altura de mi vida, no me creo cualquier cosa: lo que ellas sienten es una cagada. Pero existen cagadas no terribles, no tan mierdas, ósea: No tan cagadas. Asique no me quieran vender champagne por vino, o al revés ¡Qué me importa! Además, no sé a dónde mierda pretendo llegar con tanto apuro "a dónde" Así me decís vos querida, sentada enfrente mío, porque esta vez te dije que diván no: esta vez no. Que se corren rumores que cuando uno se relaja y empieza a hablar, ustedes los psicoanalistas, se hechan a dormir un rato...Y ¡No! Que sos vos quien me tiene que contestar. Sos vos quien se compra vestidos nuevos, collares hippies y zandalias fucsias todas las semanas con mis honorarios... El papel del “answer”,te toca a vos querida. No a mí. Pero la salud mental está primero: Antes ¡mucho antes! que unos buenos zapatos, unas buenas botas, una excelente cartera de cuero y es por eso que sigo viniendo...Que a mí nadie me manda ¡eh! Que quede clarito.
Y pienso seguir discutiendo a muerte que no es una auto masturbación como me decís, porque eso sí es placentero. Y esto no, ¿me seguís? Pero dale que te va con lo mismo ¡Que no es auto masturbación querida! Es karma. "O nunca escuchaste hablar de eso" Además mi estimada: si fuese auto masturbación, dormiría tranquila de noche. Estaría cansada de tanto dale que te dale que te dale que te dale, como vos decís. Pero sin embargo, este karma me deja los ojos abiertos de punta en punta, hasta las 3 de la mañana todos los días..."Te dás cuenta lo que te digo entonces"
Mi pregunta será eterna, vivirá conmigo, pero yo sé que algún día veré pensamientos nuevos como semilla germinada después de tanto esfuerzo, como hacía en el jardín cuando era chica con un frasco de vidrio, una semilla y algodón y después de tanto esperar, cuidar, acariciar,crecía la planta... Y ahí sí me tiraré panza arriba junto a este hombre que me acompaña, que a veces piensa que exagero, pero que también siente que llegaré a buen puerto. Si es que existe un buen puerto, no lo sé. Esperemos que sí, por el esfuerzo de conocerlo digo...Y nos tiraremos juntos a disfrutar de mis actuales y sus actuales pensamientos, pero hechos realidad. Porque estoy convencida que el que se mueve, llega a algún lado. No me preguntés a qué lado por favor. Aunque también creo que el que no se mueve o se mueve poco, también la pasa bien y hasta mejor que yo, que soy una movediza incansable. Porque sarna con miel no pica. Y si el dicho no era así, no me importa en absoluto porque ésta pica y pica fuerte y te deja ronchas, pero esas ronchas germinarán y serán flores. Y espero estar viva para verlas y olerlas. Porque si no estoy viva para ese entonces, "para qué carajo todo esto..."

Marumbá

De ciertos recuerdos me nutro, me regocijo, disfruto. Bailamos apretados, sintiendo nuestras propias respiraciones en el cuello, mientras las palabras dulces llenaban los oídos, gestos cálidos, abrazos eternos. Puro amor. Todo disfrute. Todo goce. Me sentí princesa, si no reina. El marumbá sonaba en aquél salón chiquito de la calle Gûemes, como un vals que suena en un castillo de princesas y príncipes. Eran destellos brillantes, todos colores vivos. No habían ni grises ni negros. Dimos vueltas, nos entrelazamos con los brazos. Me sentí única, segura, viva, como no suelo sentirme muy seguido. Él estaba radiante, felíz. Lo recuerdo como si hubiese sido ayer…Tenía una sonrisa amplia, que pocas veces le vi. Yo me sentía un sol brillante, de color oro, alegre y colmada de felicidad. Bailaba y recuerdo mis brazos rayos del sol abrazarlo a él. Brazos largos, poderosos, que abrazan cuando aman y aman cuando están dorados, cuando brillan. Diez años después de aquella noche, vuelven mis recuerdos como si no hubiese vuelto a vivir nada igual. Y merezco noches como esas, porque las siento en mi interior, pero no las vivo. Las guardo. Viven adentro mío y solo salen cuando está él, el hombre, mi hombre. Hoy cambiamos, mutamos, nuestras vidas tienen los colores mezclados. Son colores cálidos, ténues, que abrazan, que miman, que a veces gritan, desesperan y que esperan sentir el marumbá para ponerse a bailar, a disfrutar en medio de tantos sentimientos: algunos encontrados, algunos perdidos y otros vivos. Y cuando suena, no lo hacemos esperar…