sábado, 4 de octubre de 2008

Escena Mariana, escenario X

Mijal pasa largas horas sentada en la vereda. Disfruta mirar el paisaje y la gente que pasea. Reparte su tiempo entre observar a los traseuntes y dibujar la catedral típica del lugar, para poder entregar los bocetos a pedido de una de las materias que tiene en la facultad. Traza líneas, las borra y las vuelve a dibujar. Durante los tres años en que viene haciendo la carrera, pasea varios días por aquellas calles que poco a poco siente lejanas, casi enemigas. Lleva la caja de lápices Faber Castell que le regaló su papá cuando aún vivían juntos y su tablero de dibujo en el maletín de plástico. No sabe si ésa es su pasión, pero no se lo cuestiona. Siente que ya tiene varios cuestionamientos en su interior como para andar metiendo nuevos interrogantes. Por las calles angostas pasean varios de sus compañeros de facultad, pero sin embargo, Mijal prefiere la soledad. Siempre fue una persona solitaria y ella explica que esto se debe a la poca atención que le han prestado en su casa cuando aún era una niña. Que ella no eligió ser así, pero así la dibujó la vida con sus vueltas. Por momentos, se siente un dibujo, un simpático cuadro que la gente mira y olvida al rato. Se siente desaparecer. Casi siempre sola, conversa con algún compañero cuando tiene alguna duda sobre las consignas que debe realizar; pero la mayor parte del tiempo lo pasa mirando las personas que van de acá para allá. Piensa y se imagina la vida de cada transeúnte. "Quizá son extranjeros que pasean por la plaza buscando artesanías del lugar, objetos típicos del país o simplemente recorriendo los barrios típicos de Buenos Aires " deduce para sus adentros. Y se enamora. Se enamora de la gente que pasea, de la que no conoce. Mijal es soñadora. Siempre lo fue. Sueña con la posibilidad de que algún extranjero que descansa en las mesitas del café de la plaza que ella tanto conoce, se pare algún día a hablarle y la lleve bien lejos. Quizá tan lejos como ella no conoce. Sueña con abandonar su actual vida y poder gritarle a su padre todas las cosas que hasta hoy, nunca se animó. Repite varias veces en voz alta “No hacía falta quedarme al lado tuyo papá para estar bien, para estar protegida. Con tener un gran amor alcanza para empezar a ser feliz, para conocer ese mundo que nunca me quisiste mostrar”.

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